Una vez quise ser mendigo y me hirieron las miradas frías. Una vez quise ser músico callejero y me silenció el desdén ajeno. Una vez quise ser peregrino y encontré a mi Simón cirineo. Una vez quise ser feriante y amarré mi caballo a un carro de venta ambulante. Una vez quise ser San José y me alisté en un Belén viviente. Una vez quise ser pescador y me enrolé en un atunero. Una vez quise ser cofrade y me hice hermano de la Virgen de la Esperanza. Una vez quise ser campesino y me eché a la siega, después a la trilla. Una vez quise ser torero y me quedé en el salón. Una vez quise ser agricultor y me fui a la vendimia. Una vez quise ser ‘okupa’ y me pasé a los ‘sin techo’. Una vez quise atravesar la mar y me caí del cayuco. Una vez quise ser pastor y supe que ‘Las ovejas duermen en familia’. Una vez quise ser payaso y solo para recordar a los mayores que fueron niños. Una vez quise ser hoguera y llovió por San Juan. Una vez quise ser Rey Mago y llegué a Paje. Una vez quise ser ministro y no tenía el carné. Una vez quise ser alfarero y no encontré un torno. Una vez quise ser cartero y no me supe las calles. Una vez quise ser ‘riesgo de exclusión’ y me puse en ‘la cola del hambre’. Una vez quise vivir muchas vidas y me hice periodista. Una vez quise inventarme tantas vidas, que ahora las escribo.