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Miércoles, 13 Enero 2021 09:26

Hábitos ilustres - Publicado en Diario Alerta

     Sin alcanzar el grado de tradición aunque lleva camino, el selfie habita ya entre nosotros por expreso deseo de las últimas generaciones de nuestros congéneres.En cuatro o cinco hervores más, porque las estirpes actuales van a toda pastilla, el selfie hallará su hueco en el libro de tradiciones y costumbres. Viene esto a cuento por el resultado obtenido en la encuesta endosada una vez más a mi pequeño universo. Naturalmente, el sondeo carece de rigor científico si bien se aproxima al sentir general de la población debido a la muestra de familiares y amigos compuesta por individuos (término utilizado en los estudios de mercado y opinión pública) de diversas edades, estados civiles, lugares de residencia, creencias, y otros antojos.

     En la anterior columna, ‘Tradiciones frescas’ (esto comienza a tomar cuerpo de serie por entregas), se aventuraba el posible relevo de tradiciones tan encajadas como, un suponer, el cocido montañés, por la mousse de garbanzos. Y no, no se le ve color. Mi amigo Justo cuenta que el ‘Cardo en pepitoria’ que elaboraba su madre tradicionalmente en Nochevieja rayaba a la altura de lo sublime, inigualable para cualquier estrella Michelín.

     Tomada como a modo de testimonio de lo perdurable en el tiempo, en el recuerdo, en los sentidos, en las emociones, esta usanza de la pepitoria es atávica en lo referente a costumbres gastronómicas navideñas: pollo, conejo, perdiz, albóndigas de pato, un sinfín de pepitorias.

     Alejados de mesa y mantel, otras muchas singularidades patrimoniales destacan en la práctica de la transmisión cultural, léase Semana Santa, festividad de Todos los Santos, Los Aguilandos y así de seguido, porque sería interminable detallar el inventario de tradiciones de un país cuajado de ellas como muy bien señala mi amigo Tomás.

     A ellas se unen ciertos ritos, para algunos muy llamativos, como pueda ser que en los funerales se exhiba al difunto. Contrariamente a lo prejuzgado, la llamada fiesta nacional no asoma inscrita en el muy particular listado de las raigambres más fervorosas.

     Una vez hecha la criba y concluido el conteo, resulta que las tradiciones más frecuentemente seguidas, apreciadas y practicadas, se condensan en dos. A saber: La Siesta y El Tapeo. Así como suena. La Siesta, la hora sexta de la antigua Roma, tan malmirada en anteriores tiempos en diversos países del norte europeo y ahora saludablemente recomendada por la comunidad científica, es la tradición imperdonable para un alto porcentaje de humanos recostados en sofá o butacón. La cabezadita tras la comida, Gloria bendita.

     ¿Existe algo más sociable que andar de bar en bar de tapeo con los amigos? Ir de tapas es una práctica cultural gastronómica que lo mismo aprovecha para arreglar el mundo de mostrador en mostrador, como ayuda a descubrir desconocidos vericuetos callejeros de pueblos y ciudades.

     El tapeo, dicho llanamente, es una seña de identidad. ¡Marchando una de rabas!

 

PUBLICACIÓN ORIGINAL: Columna "Hábitos ilustres"

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Ricardo Alba Santamaría